domingo, septiembre 29, 2024
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Pepu Hernández: «El baloncesto puede ser un refugio en la tormenta»

José Ignacio Pinilla

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José Vicente Pepu Hernández (1958, Madrid) dirigió 11 años seguidos al Estudiantes (12 en total y 13 en ACB con paso por el Joventut) antes de dar el salto a la Selección para capitanear al equipo que conquistó el primer oro mundial para España en 2006. Como hijo del Ramiro, de la cantera y del patio de colegio, el madrileño defiende a capa y espada la formación, a sus entrenadores: «Es fundamental que reciban un reconocimiento», asegura en esta entrevista por su inclusión en la tercera edición del Hall of Fame de la FEB en colaboración con el diario AS. Su amor por el ba-lon-ces-to, como dijo en el acto de celebración por la hazaña de Saitama, está fuera de cualquier duda.

¿Qué significa para usted ingresar en el Hall of Fame del baloncesto español?

Es un orgullo tremendo. El poder estar, no solo en esta promoción, sino con los nombres elegidos en las anteriores, y en una tan significada como esta, es un orgullo extraordinario. Una satisfacción increíble. Siempre he pensado que la gente del baloncesto no necesita reconocimientos, pero este es muy agradable. El poder estar con la gente que me ha precedido me parece un sueño.

Quiero agradecer principalmente como entrenador de formación, no como uno de élite. Para mí es fundamental que ellos reciban un reconocimiento y si lo puedo yo agradecer por todos, bien. Son importantes para que todos estos jugadores que están tan bien reflejados en estos premios, recuerden y reconozcan de dónde vienen y quién ha trabajado con ellos desde muy jovencitos.

Con este honor se le reconoce como uno de los mejores entrenadores de la historia, ¿se siente así?

«Es fundamental que los entrenadores de formación sean valorados»

No sabría cómo enfocarlo porque es una distinción importante. Estar con la gente que me ha precedido como Antonio Díaz-Miguel, Lolo Sainz, Pedro Ferrándiz o Javier Imbroda, este año voy con Maljkovic, para una chavalín que fue al Ramiro a los ocho años y que quiso ser entrenador desde muy jovencito, es una satisfacción tremenda. Es un enorme reconocimiento y no solo para mí, sino para todos los entrenadores de formación. He sido un tipo muy afortunado en el mundo del baloncesto y siempre lo agradeceré. Era impensable que yo fuera seleccionador nacional o entrenador de ACB 13 temporadas o 20 como entrenador ayudante.

Llega a los banquillos a los 15 años, ¿fue amor a primera vista?

No. Lo que quieres siempre es jugar y ser muy bueno. Estar en las grandes categorías. Pero luego te das cuenta de que hay muchos mejores que tú (ríe) y que no vas a poder llegar, pero que en el mundo del baloncesto se está bien. A mí me gusta mucho hablar del hábitat del baloncesto, un sitio que puede ser un refugio en la tormenta. Un sitio donde crecer, formarte como persona, educarte.

¿Existe soledad en el banquillo?

Hay momentos. Pero son solo eso, momentos, afortunadamente porque al final te das cuenta de que estás rodeado por gente muy válida. En un equipo nunca hay soledad. O muy rara vez. Además, el mundo del baloncesto protege a su gente. No hay depredación, sabes que vas a estar bien. Es un mundo amable. Por eso yo no me he sentido solo. ¿Hay momentos puntuales? Sí, porque hay un problema que tienes que resolver tú solo.

Pepu Hernández, durante el homenaje a Nacho Azofra.

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Pepu Hernández, durante el homenaje a Nacho Azofra.

«El Ramiro, el Estudiantes es mi club, pero es mi colegio»

No es necesario ser antimadridista. Yo era socio del Real Madrid porque mi padre me hizo el carnet. Ningún problema. Yo no iba o no usaba el carnet, pero él se empeñaba en pagármelo. Y lo hizo durante mucho tiempo. Era muy insiste. Podía tener problemas económicos, pero ese carnet me lo seguía pagando. Yo le decía ‘papá, ¿por qué me haces esto? Si estás apurado de dinero, ¿por qué me lo estás pagando?’ Me decía que le dejará en paz (ríe). Eran cosas suyas. Él era socio del Madrid desde el año 35.

Cuando habla de cantera, usted no solo ha tenido buenos jugadores, sino algunos de los más icónicos del baloncesto español. Le hablo de Nacho Azofra, Carlos Jiménez, Felipe Reyes, Alberto Herreros…

Son muy importantes en la historia de España. Por eso me siento muy afortunado porque he aprendido de esos jugadores. Con algunos he estado muchísimo tiempo, como con Nacho Azofra, que le entrené tres años en juveniles y luego lo tuve en el primer equipo. Y son gente que ha llegado a la Selección. Siempre he tratado de aprender de los jugadores porque nunca fui capaz de hacer lo que hicieron ellos. Me interesaba muchísimo saber qué es lo que sentían, qué pensaban: eso era fundamental para mí. Escucharlos. Y eso era importante para conseguir el baloncesto que ellos pudieran desarrollar. Tanto en el Estudiantes como en la Selección. Para mí era muy importante que desarrollaran su talento y su capacidad, su compromiso y su implicación. Y cuando pones de acuerdo a todos, pues es mucho más sencillo. Para mí ha sido fundamental la aportación y los conocimientos de jugadores como Felipe (Reyes) y Pau (Gasol), que en esta gala también están premiados.

Y estuvo 11 años seguidos como entrenador del Estudiantes, una de las grandes etapas en la historia del club. ¿Cuál fue el secreto?

Las cosas no fueron mal. En 11 años pusimos a 22 canteranos en el primer equipo, una media de dos por temporada. Pesic, incluso, me dijo una vez que eso no lo habían hecho ni en Yugoslavia. Era llamativo. Y muy buena noticia para la gente del Estudiantes. Podíamos hacerlo porque con el séptimo, octavo presupuesto de la ACB quedábamos cuartos, terceros o segundos de la competición. Estábamos prácticamente siempre en el playoff, estábamos siempre en la Copa del Rey, salvo en una ocasión en la que dije que lo consideraba un fracaso y punto. Jugamos muchas semifinales en esos 11 años. Incluso una final contra el Barcelona. Ganamos una Copa.

En el Estudiantes no siempre puedes tener el mejor puesto de pesca, pero si lo tienes, alguna vez pescarás algo. Había ambición por ser cada vez mejores y mantener una buena línea. Los resultados eran buenos y eso facilitaba la confianza de la gente del club, de los jugadores. Incluso, fichábamos a muchos jugadores que no podíamos esperar tenerlos, que querían estar en el Estudiantes aun cediendo un poco económicamente porque sabían que su promoción personal y su mejora técnica y deportiva iban a ser muy importante. Y para nosotros, miel sobre hojuelas.

No sé si el ambiente de los partidos en casa de la final contra el Barcelona fue lo más increíble que se pueden vivir en un cancha de baloncesto.

Pepu Hernández, a la izquierda de Nacho Azofra, en la celebración de los diez años de la final de la ACB contra el Barcelona.

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Pepu Hernández, a la izquierda de Nacho Azofra, en la celebración de los diez años de la final de la ACB contra el Barcelona.

«En la Selección se formó un estilo que se mantiene en el tiempo»

Cuando llegué al puesto, dije que no era solo mi baloncesto, sino también el de los jugadores que iban a integrar la Selección. Hubo una dinámica muy buena. Había una sensibilidad extraordinaria, un convencimiento y un compromiso que se han mantenido a lo largo de todos estos años con éxitos maravillosos, pero en ese momento se necesitaba, quizás, para dar ese paso que no se pegaba. Se formó un estilo que afortunadamente se mantiene en el tiempo. Que no es táctico, sino espiritual.

El fallecimiento de su padre llega antes de la final. ¿Sintió que el partido era algo más para usted? ¿Qué necesitaba ganar para dedicárselo?

Intenté que no. El fallecimiento de mi padre lo sabían, en un principio, el presidente de la federación y mis entrenadores ayudantes porque quería que estuvieran preparados por si acaso empezaba a hacer cosas que no había hecho habitualmente. O por si me despistaba. No me sentí mal en la final, fue después. Era un sentimiento contradictorio de alegría tremenda, pero de tristeza. Algo muy complicado de mantener. Pero me sentí bien durante la final. Hicimos nuestro trabajo, me ayudaron mucho los jugadores con un trabajo extraordinario.

No me sentí despistado ni pensando en otras cosas. Me hubiera gustado que mi padre lo hubiera disfrutado, pero al final del partido pensaba más en mi madre y en mi hermano, que seguro que se alegraron muchísimo, pero con la tristeza de haber perdido a su marido y padre.

¿Le dolió su forma de salir de la Selección?

Sí. Porque en un principio comuniqué que la dejaba en el periodo que yo creía que había que anunciarlo porque, primero, así lo decía mi contrato y, segundo, siempre me ha parecido fundamental que la Selección tenga un seleccionador aunque fuera en un periodo sin competición porque hay mucho trabajo que hacer. El trabajo previo es fundamental, el de antes de la competición, durante la temporada y eso lo está demostrando Sergio (Scariolo), que está haciendo una labor extraordinaria: la gente llega muy preparada a la Selección. Pensé que después de los Juegos de Pekín no habría el mismo seleccionador e inmediatamente debía haber otro.

Pepu Hernández da instrucciones a sus jugadores durante la final del Eurobasket contra Rusia.

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Pepu Hernández da instrucciones a sus jugadores durante la final del Eurobasket 2007 contra Rusia.

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