martes, septiembre 24, 2024
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El Everest se transforma en ‘montaña asesina’

El Monte Everest, o Chomolungma en el idioma tibetano, es la cima más alta del mundo y por tanto la montaña más icónica de nuestro planeta. A lo largo de los años el intento de conquistarla se ha cobrado muchas vidas, centenares de ellas (las primeras registradas datan de 1921, bastante antes de que Hillary y Tensing hicieran pie por primera vez en la cima e incluso del intento aún no aclarado de Irvine y Mallory). Sin embargo, el inquietante título de ‘Montaña Asesina‘ correspondía a otras cumbres ‘menores’, como el Annapurna, el K2 o el Nanga Parbat. 

En los últimos años, sin embargo, el Everest les está disputando este calificativo a causa de una ‘tormenta perfecta’ de circunstancias: una, la multiplicación de expediciones a la cima. Otra, las consecuencias del cambio climático, que están convirtiendo en cada vez más inestable un entorno ya de por sí peligroso y complicado. El presente año de 2023 ha batido el récord de muertos en sus laderas: 18, en una docena de incidentes, superando el registro negativo de 2014 (17), con la particularidad de que los fallecidos de este año han tenido lugar en una docena de incidentes y en 2104 15 de los 17 muertos fallecieron en una avalancha en glaciar de Khumbu. Al año siguiente se contabilizaron 14 muertes, por avalanchas provocadas por el terremoto del Nepal.

Son varias las circunstancias que se han conjugado para que este año el Techo del Mundo haya vivido su año más negro. Uno de ellos es la abundancia de expediciones. Pese a que el gobierno de Nepal ha triplicado el precio de los derechos de escalada al Everest y endurecidos los requisitos para conseguirlo, se han concedido cerca de 500 –China, con requisitos aún más exigentes, también los concede- con lo que, después de unos años de ‘tranquilidad’, han vuelto las imágenes de colas camino a la cima del Everest que pudieron ya verse antes de la pandemia. Para el gobierno del país del Himalaya, uno de los más pobres del mundo, y la población de las faldas de la cordillera, es una fuente de ingresos nada despreciable, pese a que se trata de racionalizar el ascenso.

Alex Txikon en el Everest

Alex Txikon en el EverestArchivo MARCA

Otro de los factores es que el calentamiento global, el cambio climático. Un informe realizado por más de 300 investigadores y publicado ya en 2019 advierte del peligro del calentamiento global sobre las masas de hielo que cubren el Everest como precisamente el Glaciar de Khumbu. Un informe realizado por la Universidad de Leeds advertía en 2017 de que este glaciar ya tenía internamente una temperatura superior a la temperatura media del aire, lo que hacía muy vulnerable su estabilidad interna. Al peligro para las personas que cruzan sobre el glaciar se encuentra el hecho de que algunas formaciones rocosas se mantienen unidas por el hielo y el permafrost (suelo congelado). Su desaparición o debilitamiento puede dar lugar a un aumento de avalanchas y desprendimientos impredecibles. Y los cambios de condiciones climáticas -sobre todo los vientos– son cada vez más variables.

Esta circunstancia es especialmente peligrosa, porque conduce directamente a que todas las expediciones se lancen a aprovechar estas volátiles ‘ventanas’ de buen tiempo, lo que da lugar a la masificación en las cimas con los consiguientes problemas de tráfico, abastecimiento y asistencia en esas condiciones. No todas las 18 muertes de este año han sido achacables al cambio climático, pero los científicos llaman la atención de que se están dando las condiciones para una ‘tormenta perfecta’ de circunstancias, cuyas primeras señales ya pueden apreciarse.

Desde el año 1921, 332 escaladores han muerto en las laderas del Everest. 84 de las víctimas se han contabilizado en los 10 últimos años. En 2020 no hubo expediciones a causa de la pandemia.

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