El 5 de junio de 2022, Ana Peleteiro anunciaba que estaba embarazada de tres meses y el 20 de diciembre daba a luz a Lúa, el fruto de su relación con el también triplista francés Benjamin Compaoré. Menos de seis meses después, la gallega estaba saltando más de 14 metros en su regreso al foso en Castellón.
No llego a tiempo, eso sí, al Mundial de Budapest, al que renunció para centrarse en disfrutar de su hija y su familia. Habría que esperar pues a 2024 para ver de nuevo a ese animal competitivo que lleva dentro.
Y es que si algo sabe hacer Ana, más allá de exhibir esa naturalidad arrolladora que no deja indiferente a nadie, es competir. Eso se lo tendrán que reconocer hasta sus más encendidos ‘haters’, que hoy volverán a estar de luto por esta nueva medalla, que se suma a la lograda hace tres meses en el Mundial indoor de Glasgow.
Aquel día ganó el bronce con 14,75 metros, en el segundo mejor concurso de su vida tras la final olímpica de Tokio. Hoy, con un imperial vuelo de 14,85 metros, ha ganado su primer oro continental al aire libre. Una marca que la sitúa tercera en el ranking mundial del año igualada con la bielorrusa Viyaleta Skvartsova. Y todo ello a menos de dos meses de los Juegos…
Llovía ligeramente sobre la Ciudad Eterna cuando Ana se situó por primera vez en el pasillo del triple, solicitando las palmas del público a modo de gasolina. La española fue a asegurar y se dejó 21,8 centímetros en la tabla, lo que no impidió que volara hasta los 14,37 metros (0.7), una distancia que la situó en cabeza de la prueba.
Ya en el segundo, afianzaba su liderato con un vuelo de 14,46 metros (-0.7) -esta vez se dejaba otros 13 centímetros en la tabla-, una distancia que casi le aseguraba la medalla pero no el oro.
El desafío turco
Había dejado de llover sobre un desangelado Olímpico y Ana se golpeaba el pecho en señal de poderío pero poco después la turca Tugba Danismaz, oro europeo indoor en Estambul 2023, asaltaba el primer puesto con un salto de 14,57 metros.
La gallega tomó nota del desafío de la otomana y en el tercero mejoró hasta los 14,52 metros (-0.9), ajustando aún más en la tabla -5.4 centímetros-. Pese a ello, hizo un gesto de desaprobación con el rostro fruncido, consciente de que no había logrado voltear la situación. Se pasaba a la mejora y el cara a cara estaba servido.
Un duelo al que la española puso fin por la vía rápida con un cuarto salto de 14,85 metros (-0.5), el segundo mejor de su vida tras los 14,87 que le valieron el bronce olímpico en Tokio. Ahora sí, Ana resopló, levantó los brazos y se abrazo con su entrenador Iván Pedroso. El título era suyo y lo sabía.
La gallega cerró su concurso con un nulo y un salto de 14,47, con la turca más que ahíta con su plata y la francesa Ilionis Guillaume tercera con 14,43 metros, marca personal.
Y queda París…
A sus 28 años, Ana puede presumir de un palmarés encomiable que reúne ya siete medallas en grandes campeonatos, lo que la sitúa por derecho propio entre las grandes estrellas de la historia del atletismo español.
La guinda sería un segundo metal olímpico en París, donde no estará la lesionada Yulimar Rojas, compañera de entrenamiento en Guadalajara. Eso abre la puerta a un oro ‘imposible’ en presencia de la venezolana, justo lo que necesita un animal competitivo como Ana para afilar sus uñas…
