Gündogan no ha tardado ni una semana en finiquitar su contrato con el Barça para volver a poner rumbo al City. Bromas justas con el capitán de Alemania, que llevaba tiempo decepcionado con lo que se había encontrado en el Barcelona y que no ha admitido presiones y tampoco ha querido formar parte de un culebrón sobre su futuro y su salario. En cuanto el equipo de Laporta le sugirió que su ficha po
día ser un problema, cogió la puerta y se fue. Hablamos de un futbolista con mayúsculas, alejado de la parafernalia del fútbol actual y más lejos aún del show que rodea al Barça. Una especie de
Toni Kroos
. Se vuelve al City, de donde se arrepintió de salir al poco tiempo.
El sueño de Gündogan nunca fue jugar en el Barça, sino en el Real Madrid
. Estuvo muy cerca de fichar en dos ocasiones y estuvo a tiro otra, cuando hace tres años negociaba su ampliación con el equipo de
Guardiola
. El
Dortmund
primero y la política de fichajes del
Real Madrid
desde 2018 le cerraron la puerta del Bernabéu
. Y buscando una nueva experiencia, en 2023, fichó por el Barça, un movimiento profesional al que imaginaba como un grande. Se va decepcionado y un tanto escandalizado.
Gündogan alucinó con el vestuario tras la derrota en su primer
Clásico
y lo dijo públicamente, lo que le valió una reprimenda por parte del club. La escena se repitió tras la eliminación de la Champions, por no callarse lo que pensaba de la expulsión
Araújo
. Segunda y última polémica, porque ese día decidió no volver a hablar. Alucinó cuando pocos días después, tras una derrota, un empleado del club le pidió que hablara tras el encuentro.
«¿Estás de broma?»,
pensó. Y, como decíamos, con Gündogan, bromas las justas. El alemán se marcha respetado por el vestuario y dejando un hueco en el equipo que será difícil de llenar. Porque el vestuario del Barça no tiene un jugador con su talento y su liderazgo.
Pep y Kroos, que de fútbol saben un rato, son conscientes de ello. Y por eso uno lo recupera y el otro se ríe
.