Corrían 51 minutos del segundo tiempo del Superclásico por la fecha 15 de la Liga Profesional, Boca buscaba el empate con desesperación, el alivio de evitar la derrota ante River en La Bombonera. Lautaro Blanco, uno de los mejores pasadores del equipo, se liberó y lanzó un centro como daga al corazón del área. Milton Giménez se liberó de Germán Pezzella, impactó la pelota y superó con suspenso la salida a medio camino de Franco Armani.
Todo el estadio explotó en un festejo que quedó trunco. Es que, enseguida, el árbitro Nicolás Ramírez se llevó el dedo al oído para escuchar lo que le decían desde el VAR. El plantel del Millonario comenzó a protestar. Y, luego de varios minutos, el juez concurrió a revisar en la pantalla. Y no hubo dudas: el delantero ex Banfield golpeó el balón con su mano y el rostro para llevarlo hasta la red. Y el reglamento no deja dudas.
Un tanto debe ser anulado si es convertido “directamente con la mano o el brazo -incluso si la acción se produce de manera accidental-; incluido el guardameta” o “inmediatamente después de que el balón le toque en la mano o el brazo, incluso de manera accidental”.
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