Isabel Preysler ha vuelto a abrir las puertas de su casa en Madrid, y en esta ocasión lo ha hecho en una entrevista para la revista Hola. La conocida socialité ha vivido en su lujosa residencia de Puerta de Hierro durante más de 30 años, y cada rincón refleja su estilo y personalidad. Aunque su hija, Tamara Falcó, ya nos había mostrado imágenes de la casa en redes sociales y hasta fue escenario de un especial de Navidad emitido por Disney+, parece que todavía hay detalles por descubrir.
Uno de estos detalles lo ha desvelado Íñigo Onieva, el esposo de Tamara. Resulta que Onieva, aprovechando el tamaño y la amplitud de la residencia, ha bautizado la casa de su suegra con un apodo bastante peculiar: «la guardería canina». ¿Por qué? Pues, aunque Tamara e Íñigo viven en su propio hogar, sus adoradas mascotas no residen con ellos. En lugar de eso, los perros de la pareja disfrutan del amplio espacio en la casa de Isabel Preysler. Así que, para Íñigo, la casa de su suegra es el lugar perfecto para los peludos, lo que explica el divertido mote.
La relación entre Íñigo y su suegra parece ser muy cercana, ya que Isabel no solo le abre las puertas de su casa para que vea a sus perros o practique deporte, sino que también lo ha apoyado públicamente. La socialité fue una de las primeras en defenderlo cuando surgieron críticas sobre su nuevo negocio: un restaurante que el empresario ha puesto en marcha. El respaldo de Isabel demuestra la buena sintonía que existe entre ambos.
A pesar de que muchos de los hijos de Isabel viven fuera de España, cuando la visitan, su casa se convierte en el lugar ideal para quedarse. Incluso Tamara, que reside en Madrid con Íñigo, aprovecha cualquier momento para ir a ver a su madre, ya que la casa de Isabel sigue siendo un lugar muy especial para la familia. Sin duda, la residencia de Puerta de Hierro es más que un hogar, es un punto de encuentro para todos ellos, incluidas las mascotas. Y ahora, gracias a Íñigo Onieva, también tiene un apodo que refleja ese ambiente familiar y acogedor: la guardería canina.
Este detalle, aparentemente anecdótico, muestra no solo el cariño que la familia tiene por sus mascotas, sino también la buena relación entre Íñigo Onieva e Isabel Preysler. Un apodo divertido que, sin duda, añade un toque más de humanidad a esta conocida familia.
