Fue el culebrón del verano de 2019. James Rodríguez, entonces en el Real Madrid, estuvo muy cerca de fichar por el Atlético. De hecho, estuvo todo acordado para que el mediático colombiano formara parte de la revolución que tenía preparada la entidad rojiblanca en aquella ventana de fichajes.
Las tres partes tenían todo listo para poner la rúbrica. Pero un partido amistoso hizo saltar la operación por los aires en el último momento. Un duelo que pretendía ser de preparación y poco más acabó haciendo saltar por los aires el que habría sido el segundo trasvase de un jugador blanco a lucir la rojiblanca tras la llegada de Marcos Llorente.
Y es que aquel 3-7 de Nueva Jersey dio un giro de 180 grados a la operación. El Madrid decidió que no podía reforzar más al eterno rival de la capital tras aquella humillación en la que Diego Costa volvió a ser el demonio con cuatro dianas y Joao Félix mostró un talento que jamás tuvo continuidad. El baño, pese a todo, dejó alucinados a todos los presentes en el estadio norteamericano.
La plana mayor rojiblanca
Estaba tan cerca el acuerdo que la plana mayor del Atlético se desplazó a aquel partido con el objetivo de cerrar al cien por cien la llegada de James. Un viaje que no sirvió para lograrlo pese al encuentro en tierras norteamericanas de todos los que mandan en los dos grandes equipos de la capital.
Ahora, un lustro después James se reencontrará con el Atleti y con un Simeone que había aceptado su llegada confiando que sacaría la mejor versión del talentoso mediapunta, el hombre que pudo vestir la rojiblanca pero al que un partido de pretemporada cambió la vida y su carrera en la élite.
