Pedro Sánchez tiene por delante una remodelación de la ejecutiva del PSOE, en el marco del próximo congreso federal a finales de noviembre, y otra del Gobierno por el salto de la vicepresidenta tercera, Teresa Ribera, a la Comisión Europea como vicepresidenta ejecutiva de Transición Limpia, Justa y Competitiva. En las filas socialistas normalizan que vaya a haber cambios de calado en el núcleo duro de Ferraz, mientras que en el Ejecutivo los colaboradores del presidente evitan calibrar el alcance de la crisis de Gobierno. Desde un recambio puntual en la cartera de Transición Ecológica a una reestructuración más amplia.
En lo que sí coinciden es en apuntar que Sánchez busca un impulso para una “nueva etapa” marcada por la debilidad parlamentaria del Gobierno y la determinación de resistir hasta el final de la legislatura. En este contexto, Sánchez ha redoblado su apuesta por perfiles con más peso político para actuar como parachoques.
Desde la elección de Óscar López, pata negra del PSOE, para sustituir al ministro sin carné José Luis Escrivá en Transformación Digital y Función Pública, hasta la decisión de recuperar como directora de la Guardia Civil a la hasta ahora diputada en el Congreso y secretaria general de los socialistas en Madrid ciudad, Mercedes González. En el último Consejo de Ministros también se nombró como nuevo presidente de Adif al hasta ahora viceconsejero de Infraestructuras y Transportes del País Vasco por parte de la cuota del PSE, Luis Pedro Marco de la Peña.
Desde Transportes no escondieron la pretensión de dar un “impulso político” a la empresa pública de infraestructuras ferroviarias y en el marco de una remodelación más amplia de su organigrama. En el ministerio de Interior, sin embargo, intentan relativizar el perfil político de Mercedes González al destacar la «absoluta neutralidad» del Cuerpo y «su trabajo permanente en la defensa de los derechos y libertades de todos los ciudadanos, en el marco del ordenamiento jurídico y, como policía judicial, en las investigaciones que les son encomendadas». Por otro lado, subrayan de González que cuenta «con una experiencia y una trayectoria idóneas para dirigir la Guardia Civil, por su conocimiento de la institución y por su contrastada capacidad de gestión». Mercedes González había ocupado este cargo entre marzo y junio del pasado año y lo abandonó para presentarse a las elecciones generales.
El nombramiento de González ya generó polémica cuando saltó de la delegación del Gobierno a la Guardia Civil para sustituir a la dimitida María Gámez. Si bien no tanto como la decisión de romper la tradición de consensuar con la oposición el gobernador del Banco de España para situar al frente de la institución a un ministro, como ha sido el caso de Escrivá.
Desde el departamento de Fernando Grande-Marlaska ya trataron de anticiparse a las críticas de la oposición para pedir “que no se extraigan conclusiones que en nada se ajustan a la realidad”. Su antecesor, Leonardo Marcos, presentó su renuncia “por motivos personales” y con la intención de reincorporarse al Cuerpo Superior de Administradores Civiles del Estado. González no solo salta desde el grupo socialista, sino que sigue siendo secretaria general del PSOE en la capital.
Ministros pararrayos
Para la sustitución de Ribera desde el Ejecutivo se apunta a un perfil de más peso político que técnico. En la línea de Óscar López, quien tras su nombramiento ya mostró sus ganas de abandonar el silencio al que lo obligaba su anterior cargo como jefe del Gabinete de Sánchez para contrarrestar «las tonterías y los bulos» que atribuyó a la oposición.
Coincidiendo con la reunión de la ejecutiva en la que se convocó el congreso federal, Sánchez pidió a los suyos un mayor alineamiento y “valentía”. Más escuderos que actúen como coportavoces oficiosos frente al marcaje del PP. Durante su comparecencia institucional para anunciar el nombramiento de Óscar López dio cuenta también de su intención de reforzar el perfil de pararrayos de sus ministros, en una coyuntura de total confrontación con la oposición, al destacar del nuevo titular de Transformación Digital su “capacidad política”.
Estrategia de resistencia
A la espera de que Sánchez encaje las nuevas piezas en el PSOE y el Gobierno, se impone la lógica de mantener los vasos comunicantes entre Ferraz y Moncloa. Desde la última remodelación de la ejecutiva, aprobada en el marco de la Convención Política de A Coruña el pasado mes de enero, son un total de 13 los ministros socialistas con carné que forman parte de la ejecutiva. El doble de los que tenía y que se completó con secretarios de Estado para afianzar una estrategia de “unificación de las responsabilidades” orgánicas con las de Gobierno.
A ello se suma una estrategia de resistencia pase lo que pase en el Congreso y se consigan aprobar o no Presupuestos. Este viernes, el lehendakari Imanol Pradales trasladaba en público, tras reunirse con Pedro Sánchez en Moncloa que su impresión era que el presidente del Gobierno “tiene ganas de continuar con una legislatura larga” y de seguir adelante «independientemente de si cuenta o no con Presupuestos».
