Kroos sabía lo que hacía cuando designó heredero del 8 a Fede Valverde. Su cambio de juego para dejar en uno contra uno a Vini en la jugada del 1-0 recordó a los pases de seda del alemán, aunque El Halcón también aplica su dosis de martillo. Comprobado que el legado del maestro está a salvo, Fede se dedicó a arar el césped del Bernabéu (parece a estas alturas mucho mejor que el de la temporada pasada) con esas botas de siete leguas que calza. Su mapa de calor ante el Alavés volvió a ser una gigantesca mancha roja que cubrió cada micra de hierba. Ancelotti haría bien en, con permiso de Mina, acostar personalmente cada noche a Fede en la camita, bien arropado y tras darle un vaso de leche caliente. De momento, esta vez lo cambió por primera vez en la temporada. Y así acabó la cosa….
Fue un partido de guante blanco, que se encargó de ensuciar el tencilla de turno, en este caso Muñiz Ruiz, con algunas de esas tarjetas que parecen haberse puesto de moda, aunque según para quién. Especialmente, jugadores de blanco, que no pueden ni piar, porque son de inmediato asaeteados a amarillas. El gatillo fácil de los colegiados de LaLiga (según para quién) hace recordar con nostalgia los tiempos en los que los jugadores del Barça de Guardiola rodeaban al colegiado de turno, en España o en Europa, como un rebaño de lobos a un cervatillo, saliendo siempre de rositas. Cambias los tiempos, cambian las normas pero no cambian ciertas tendencias que, a estas alturas de la película sólo los ilusos consideran «anomalías».
La ausencia de Carvajal dio a Lucas el lateral derecho y el brazalete de capitán, honor que corona una carrera ejemplar. Más allá del gol que abrió el partido (también anotó ante el Alavés la temporada pasada en Vitoria), el partido fue perfecto para que el gallego recordara viejos tiempos, aquellos de punzante extremo derecho, que su obligada reconversión ante la sobredosis de estrellas ofensivas en el Madrid ha acabado convirtiendo en un futbolista literalmente capaz de jugar en cualquier zona del costado derecho. Uno de esos jugadores que completan plantillas ganadoras, pero sobre todo un futbolista modélico.
Lleva un buen puñado de goles, pero hasta ayer no se vio a Mbappé ser Mbappé, es decir, dominar los tiempos de una jugada de ataque y ejecutarla tal y como la situación requería en cada fase de la misma: primero con el pase de taco para Bellingham, después con el recorte sencillo a su par y finalmente con el tiro seco al primer palo. Kiki demostró que sí, que sabe hacer algo más que facturar penaltis. El Mbappé de Florentino.
Ancelotti sacó la mano blanda con Vallejo y casi le cuesta dos puntos. Esto no es una ONG.
