miércoles, septiembre 25, 2024
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Aitor Sánchez, nutricionista: «El sobrepeso infantil empieza desde que a los bebés les exponemos a papillas y tarritos no siempre saludables»

Aitor Sánchez, autor del blog ‘Mi dieta cojea’ y de varios libros sobre nutrición, entre ellos ‘¿Qué le doy de comer?: Una guía para que los más pequeños coman de forma saludable’, analiza en esta entrevista los resultados de la nueva edición del estudio oficial sobre obesidad infantil Aladino. Admite que le ha «sorprendido» que la investigación demuestre que bajado el exceso de peso de los niños dado el consumo de bollería industrial, refrescos y snack salados entre los más pequeños y su «aversión» a la verdura, el pescado, las legumbres o los frutos secos. Y propone varias medidas para atajar el problema.

«La industria ha construido una oferta alimentaria dirigida al público infantil nefasta»

Es muy difícil señalar una causa concreta. En estos cinco años han sucedido muchos fenómenos sociales que habrían justificado una subida mayor en sobrepeso y obesidad: la pobreza infantil, la subida de los precios de la comida saludable, el aumento del uso de las pantallas, el sedentarismo, la ausencia de dietistas-nutricionistas en sanidad pública… Es todo un conjunto de obstáculos que no ayudan a la mejora, por lo que los datos son sorprendentes. El único halo de luz reseñable que hemos tenido estos años ha sido la notable mejora en los comedores escolares de alguna comunidades como Catalunya, Euskadi, Comunidad Valenciana o Baleares. Los datos preliminares que vemos de esas regiones son esperanzadores, así que probablemente tengamos que tomarlas como ejemplo para implementar las medidas en todo el territorio.

«Que vivamos a las orillas del Mediterráneo no implica que sigamos una dieta mediterránea»

-El estudio demuestra, no obstante, que en las familias de rentas más bajas la situación no ha mejorado y casi la mitad de los niños cuyos hogares tienen una renta por debajo de 18.000 euros tienen exceso de peso. ¿A qué atribuye esta situación?

-Esto es una constante mundial. Las familias con menos recursos acaban atravesando una situación de vulnerabilidad que les dificulta no solo comer saludable, sino seguir un estilo de vida sano en otros aspectos como la salud mental o la actividad física. Los determinantes sociales son clave en el desarrollo de la obesidad infantil, porque lo que comemos o cuánto nos movemos está muy condicionado por los hábitos del hogar, por los espacios de compra o el ocio que ofrecen los diferentes barrios de las ciudades.

Nuestra alimentación se parece más a una ‘western diet’ o ‘dieta occidentalizada’ que a la dieta mediterránea

-Todavía no hay una comparativa internacional con los nuevos datos, recabados en 2023, pero en la antigua edición de Aladino España era el tercer país europeo con más exceso de peso infantil y el cuarto con más obesidad. ¿Por qué España sale tan mal parada teniendo en cuenta que la dieta mediterránea es saludable?

-Porque la dieta mediterránea no es algo que esté implementado realmente en España. Tenemos coletazos de la misma, nada más. A pesar de estar en una situación privilegiada por disponer de fantásticas materias primas, nuestra alimentación se parece más a una ‘western diet’ o ‘dieta occidentalizada’ que a la dieta mediterránea. Esto es todavía más notorio en la población infanto-juvenil, que todavía come alimentos más superfluos y menos nutritivos. Que vivamos a las orillas del Mediterráneo no implica que sigamos una dieta mediterránea.

Los niños están más expuestos a la bollería industrial, los refrescos, las bebidas energéticas y los snacks salados

-¿A qué achaca esa aversión de los niños a la verdura, la fruta y el pescado? ¿Qué hacemos mal los padres o como sociedad?

-Y aversión también a las legumbres y frutos secos, dos de los grandes desaparecidos de las dietas infanto-juveniles. Esas faltas de preferencia son el reflejo de lo que la sociedad les ofrece a los más pequeños. Simplemente es una réplica de lo que comen sus familias, pero con la problemática añadida de que además están mucho más expuestos a la bollería industrial, los refrescos, las bebidas energéticas y los snacks salados. Es decir, tienen la parte negativa de la dieta de los adultos, pero además acentuada con los productos que les publicita la industria.

Aitor Sánchez, nutricionista, autor del blog 'Mi dieta cojea' y del libro sobre nutrición infantil '¿Qué le doy de comer?'

Aitor Sánchez, nutricionista, autor del blog ‘Mi dieta cojea’ y del libro sobre nutrición infantil ‘¿Qué le doy de comer?’ / El Periódico

-¿El problema es mayor en las comidas o cenas o en los desayunos y meriendas?

-Sin duda, en desayunos y meriendas. Ahí tenemos una mayor presencia de alimentos malsanos. No obstante, nuestras comidas y cenas no son perfectas, suelen tener baja presencia de verduras y legumbres, así como demasiado protagonismo de carne, embutidos y harinas refinadas. Pero la calidad nutricional de desayunos e ingestas entre horas es mucho peor. Son ingestas donde las familias tienen menos ideas porque hemos aprendido un modelo muy dependiente de las galletas, los cereales de desayuno y los dulces.

«Si en el hogar se dispone de frutero, tarros con frutos secos y se cocina comida saludable, esos hábitos tendrán posibilidades de perdurar»

-¿Cree que está teniendo influencia el comportamiento de la industria, que promociona como ‘light’ o ‘saludable’ productos que no lo son?

-Sí, tiene influencia, pero no justamente por anunciar esos reclamos, que suelen ser más una distracción para adultos que para el público general. La industria alimentaria de lo que sí es culpable es de haber construido un entorno y una oferta alimentaria dirigida a público infantil con una calidad nefasta. Desde que iniciamos la alimentación complementaria a los seis meses estamos expuestos a papillas, leches de continuación y tarritos no siempre saludables. Camino que continúa con dulces, lácteos azucarados y snacks llamativos. Es entendible que, después de todo ello, el desarrollo del paladar de los jóvenes no sea el más adecuado.

Vetar la publicidad infantil de comida insana es una buena medida, además con cero coste y mucho beneficio, así nos lo dicen las experiencias de otros países

-Qué medidas debería implementar el Gobierno para luchar contra este problema, porque el veto a la publicidad infantil de comida insana se quedó en la legislatura pasada en un cajón. ¿Hay que aprobarlo sin más dilación? ¿Qué otras medidas propone?

-Sin duda es una buena medida, además con cero coste y mucho beneficio, así nos lo dicen las experiencias de otros países. La situación es tan mejorable que se puede actuar desde numerosos campos. A nivel sanitario, necesitaríamos tener profesionales de la nutrición que nos guíen. Es inadmisible que España no incorpore dietistas-nutricionistas de manera generalizada que puedan guiar a las familias. A nivel escolar, muchas comunidades tienen que actualizar sus pliegos de comedores escolares, que están anclados en el siglo pasado. También, en el ámbito escolar, incorporar desde pequeños herramientas de cocina, como hacen países como Japón, lo que nos ayudaría a ser más independientes llegada la juventud.

-¿Y qué tienen que hacer las familias, cómo se puede luchar contra la publicidad, los cumpleaños infantiles repletos de refrescos y gusanitos, qué se puede hacer a nivel individual?

-Frente a un entorno hostil, lo mejor es intentar hacer un hogar que facilite los hábitos saludables pero sin sentirnos culpables en el caso de no poder llegar a todo. Si en casa comemos sano y hacemos actividad física, podremos minimizar que en el resto del tiempo no se haga perfecto. Pero si nuestro hogar sigue siendo una réplica de lo que ya se encuentra ahí fuera, como en las estanterías del supermercado, o con un comedor escolar insuficiente, no se va a solucionar el problema. La mejor forma de cambiar una conducta en salud es mejorar el entorno alimentario. Si en el hogar se dispone de frutero, tarros con frutos secos y se cocina comida saludable, esos hábitos tendrán posibilidades de perdurar.

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