El Valencia vive en eternas fallas. Es un club ciclotímico, dispuesto a quemarlo todo. Fuego redentor, incluso cuando van bien dadas, que no es el caso. La afición está de uñas con la propiedad del club desde hace años. Las pancartas con el ‘Lim go home’ empapelan Mestalla, y los cánticos contra el singapurense son el eco de fondo en cada partido que disputan los che en casa. El caldo de cultivo no es el ideal para un equipo con problemas económicos y cada vez más debilitado en la parcela económica.
El césped tampoco nubla la mente de los hinchas. El equipo está hecho unos zorros y acabará sí o sí la octava jornada del campeonato en zona de descenso a Segunda. Los números son para tiritar y Rubén Baraja ya ha sacado el látigo después de un nuevo sonrojo ante la Real Sociedad: «Esta derrota tiene que servirnos para aprender y espabilar, ya que necesitamos sumar y tener otras sensaciones, ya que estamos ahí abajo y hay que mejorar».
Lo cierto es que el Valencia ha empezado el torneo con unas cifras paupérrimas, en especial en el apartado goleador. Los ‘taronjas’ han anotado cinco tantos en los primeros ocho encuentros, el peor arranque realizador en sus 105 años de historia. Cuatro de los goles han llegado en Mestalla y sólo uno a domicilio. La clasificación no miente, cinco puntos de veinticuatro posibles y tambores de guerra en Mestalla.
El Valencia sufrió una dura derrota en el Reale Arena / EFE
«Toca espabilar»
Afortunadamente para el equipo, el próximo partido es lejos de casa, en Leganés. Un rival ahora mismo directo en la batalla por escapar de la zona ardiente de la tabla. Butarque podría ser un plebiscito para Rubén Baraja. Una nueva derrota podría dejar al vallisoletano en la lona y prácticamente con el finiquito sobre la mesa.
