lunes, septiembre 30, 2024
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En defensa de Frenkie de Jong

Frenkie de Jong, en la presentación del Gamper

Frenkie de Jong, en la presentación del Gamper / Dani Barbeito

Frenkie de Jong ha roto por fin su silencio, y de qué manera. No sabemos si la idea de conceder una entrevista a Barça One fue del club o del jugador, pero ha sido sin duda una idea feliz. El jugador neerlandés, después de una larga y dura lesión, aparece en público justo cuando está llegando al final del túnel. En la entrevista, Frenkie se muestra ante la cámara relajado, sonriente, seguro de sí mismo e ilusionado.

Su espléndida gestualidad no verbal sirve por si sola para neutralizar parte de la basura infame que le han tirado encima estos meses unos cuantos ventiladores teledirigidos. Y por si alguien tenía alguna duda, el futbolista neerlandés desmiente de una tajada los dos rumores que servían para tirarle la afición encima: que cobra 37 millones (dice que «está muy lejos» de esa cifra) y que la decisión de no pasar por el quirófano no fue únicamente suya, sino que se decidió de común acuerdo por el club.

Desde que hace dos veranos la junta de Laporta le enseñó sin contemplaciones la puerta de salida y trató de forzar con poca delicadeza su salida del club (que él no aceptó) las relaciones entre el jugador, la institución y el entorno se han ido enrareciendo peligrosamente. Frenkie De Jong ha puesto de su parte: desde que fichó, su rendimiento ha ido siempre un peldaño por debajo de lo que se esperaba, y nunca ha conseguido estar en la élite europea de centrocampistas, a pesar de las grandes expectativas que levantó en su día.

Como atenuante, es bueno recordar que ha vivido la época más turbulenta de la historia del club, con pandemia y moción incluidas, a parte de haber visto desfilar delante de sus narices dos presidentes, más de cinco directores deportivos, y decenas de fichajes fallidos. Es cierto: en medio de la tempestad, el centrocampista neerlandés ni pudo ni supo brillar. Tan cierto como que ha sido víctima, desde dentro y fuera del club, de una de las campañas mediáticas más sucias e irrespetuosas que se ha orquestado últimamente contra un jugador del Barça.

De Jong ha sido pintado poco menos que como un vago, un pesetero, un vividor y un mediocre, una falacia construida artificialmente con el único propósito no confesado de echarle del club y liberar masa salarial. Curiosamente, muchos de los que se pasan el día disparando contra los críticos y pregonando que hay que buscar la unidad del barcelonismo han tenido barra libre para meterse día y noche con De Jong.

Para el oficialismo, el pecado de Frenkie no ha sido otro que haber sido fichado por la anterior directiva, igual que el pecado de Xavi fue haber formado parte de otra candidatura. Lo que no esperaban los sectarios habituales es que De Jong volviera, hablara claro sin dejarse amedrentar y además con una sonrisa en los labios. Ahora ya solo queda lo más importante: que demuestre en el campo su talento infinito.

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