Habrá muchos y muchos ejemplos de esfuerzo y superación en el deporte de élite. Pero como Marta Francés no habrá nadie. Tuvo que romper más barreras de la cuenta para poder hacer sus sueños realidad.
Curiosamente, su primera batalla estuvo alejada de las pistas. Fue en el colegio, donde sufrió acoso escolar. Acudía al deporte para evadirse de los insultos y agresiones que pudo llegar a recibir, sin embargo, a los 16 le diagonosticaron un tumor en el cerebelo: «Tuvieron que operarme dos veces para extirparlo”, aseguraba.
Al despertar de su segunda intervención, solo podía mover la boca y los ojos, y tuvo que hacer un sobreesfuerzo para recuperar una movilidad que los médicos que le habían dicho que se podía recuperar el primer año. Ella no desistió y progresó a ritmo de «milagro«, logrando andar, o incluso trotar, en apenas unos meses.
Un punto de inflexión para ella fue en tercero de carrera. Contaba que «sufrí un episodio de violencia machista que me hizo caer en una depresión”, pero no soltó al deporte, que tanto le había ayudado en el pasado. Formaba parte de un equipo de natación y, desafortunadamente, sus problemas de salud mental le impidieron competir en el campeonato de Europa. Y apareció el triatlón en su vida.
Todo cambió para ella. Se enamoró por completo de un deporte que, primero, le hizo convertirse en subcampeona mundial y campeona de Europa. Y más tarde le brindó una plata en los Juegos Paralímpicos de París 2024, en la categoría PTS4. “Yo pensaba todo el rato que iba quinta”, comentó tras tocar metal en París. “En la segunda vuelta de la carrera a pie, cuando me quedaba nada para terminar, me han dicho que iba segunda. Me he puesto a esprintar”, explicaba.
Así, la triatleta puertollanense de 29 años se subió al podio en su debut en los Juegos. Y se colgó un metal que sumó en cantidad para que la delegación española saliera de la capital francesa con 40 medallas en su casillero, mejorando su actuación en Río 2016 (31 medallas) y Tokio 2020 (36 medallas).
