El jardín del Edén es, según las escrituras bíblicas, un paraíso terrenal que Dios habría creado para que fuera habitado por Adán y Eva. Sin embargo, el jardín de Eden Hazard no es más que un pequeño rectángulo de césped en la parte de atrás de su humilde casa de Braine-Le-Comte. A priori, un jardín más de una casa cualquiera si no fuera porque sólo una pequeña valla lo separaba del campo de fútbol del Stade Brainois. Ese era el verdadero paraíso de los hermanos Hazard. Un lugar donde Eden (1991), Thorgan (1993), Kylian (1995) y más tarde Ethan (2003), crecieron pegados a un balón de fútbol.
MARCA, en el jardín de los Hazard con su madre Carine.
«En casa, por Navidad, San Nicolás siempre traía balones», recuerda sonriente Thierry, el padre de Eden. Una tradición que se confirma con un vistazo al jardín, donde hay pelotas de todos los tamaños y materiales que Ice, el perro de los Hazard, destroza a mordiscos. Como el clima no era el mejor, a veces tenían que jugar dentro de casa y rompían más de un jarrón, recuerda Carine, la madre de los Hazard, pero ellos preferían el campo de fútbol: «saltaban la valla y se iban directamente a jugar, no tenían ni que salir a la calle, era fácil para ellos».
Cuando iba a los partidos de su padre, en el descanso cogía el balón, se ponía a jugar y todos los espectadores comentaban lo bueno que era
«Empezamos a jugar al fútbol a los tres años allí y nos divertíamos mucho. Creo que por eso ahora somos futbolistas», explica Kylian. Él es el tercero de los hermanos Hazard. También jugó en el Chelsea y tras regresar a Bélgica y sufrir una grave lesión de rodilla ha ido cayendo de categoría desde la primera división hasta la tercera, donde ahora entrena junto a su hermano Ethan en el Tubize, el club que ocupa el corazón de la familia Hazard. Thorgan y Eden se formaron allí; Thierry (el padre) fue futbolista y ahora es jardinero de club; Kylian se pone a punto para relanzar su carrera y Ethan, el hermano menor, da sus primeros pasos en la tercera división belga: «Me gusta ver todos los partidos de mis hermanos. Intento hacer muchas cosas como ellos. He aprendido mucho porque son muy buenos jugadores. Espero que algún día pueda ser como mis hermanos», augura el pequeño de la familia.
El niño que quería ganar el balón de oro
Cuando era niño, Eden era más que un joven más jugando a la pelota. Era una promesa que aspiraba a ser el mejor. Él lo tenía claro y sus cualidades saltaban a la vista. «Vivíamos al lado de un campo de fútbol, mamá y papá eran profesores de deportes… Los cuatro hermanos tuvieron una educación deportiva y Eden, que nadaba rápido y montaba en bici, era muy bueno jugando a la pelota», explica Thierry. Tras sus primeros años jugando en el Stade Brainois, Hazard llegó al Tubize y allí coincidió con Oliver Langendries. Por aquel entonces era futbolista de la primera plantilla, donde compartía vestuario con el padre de Eden. Hoy, Oliver -hijo del presidente- es el director deportivo del club.
Thierry Hazard y sus cuatro hijos.
«Recuerdo cuando yo jugaba en el primer equipo con su padre, con Thierry. En el descanso él cogía el balón, se ponía a jugar y todos los espectadores comentaban como ese chico jugaba tan bien. Era increíble para ellos ver a ese pequeño chico jugar durante el descanso», recuerda Oliver. «Cuando Eden jugó aquí era joven. Tenía entre 10 y 14 años. Lo que recuerdo es que era muy fuerte, muy bueno para jugar en este pequeño equipo, así que se fue rápido… En tres o cuatro años subió otro escalón porque lo empezaron a ver en torneos internacionales y los grandes clubes belgas intentaron ficharlo, pero eligió Lille porque no estaba lejos de casa y ya era otro nivel respecto a los grandes clubes de Bélgica«, explica el director deportivo.
Cuando llegó a Lille le preguntaron a qué quería llegar y él respondió que quería ser Balón de Oro
El Lille le daba a Eden algo que ningún club belga podía ofrecer: la posibilidad de compaginar los estudios por la mañana con los entrenamientos por la tarde. Un modelo de cantera que equipos como el Anderlecht todavía no habían trabajado. Además, estaba cerca de casa, a menos de una hora. Era el lugar idóneo para que la joven promesa se hiciese realidad. Su mentalidad dura y madura, sería clave. «Al llegar a Lille le evaluaron. Le preguntaron a qué quería llegar y él respondió que quería ser Balón de Oro. Toda la gente decía: oh Dios, eso es pretencioso y todo eso… Pero Eden siempre supo lo que quería y la prioridad era el placer, era jugar. Juego, disfruto y lo doy todo, pensaba», recuerda Thierry, que sigue vinculado al Tubize en labores de jardinería.
Thierry Hazard es el jardinero del Tubize, donde se formaron Eden y Thorgan y juegan Ethan y Kylian.MARCA
Estrella del Chelsea y llegada al Madrid
Su trabajo en Lille, donde llevó al equipo a ganar un histórico doblete (Liga y Copa), hizo que los grandes de Europa como el Chelsea se fijaran en él. Su aventura en Londres lo colocó entre los tres mejores del mundo en plena guerra Cristiano-Messi, algo al alcance de muy pocos que llamó la atención de Florentino Pérez y el Real Madrid y propiciaron el fichaje que Eden llevaba años esperando. Trabajaría con su ídolo Zinedine Zidane en el equipo de sus sueños, el Real Madrid.
Estaba de exámenes en el colegio y mi madre me dijo que nos íbamos a Madrid a ver la presentación de Eden
Su llegada al club madrileño fue histórica para la familia Hazard. Ethan, el hermano pequeño, lo recuerda bien. «Yo estaba en el colegio y mi madre me dijo que teníamos que coger un vuelo a Madrid porque era la presentación de Eden. Me puse muy contento. Fue cuando tenía exámenes, así que era complicado para mí, pero fue increíble… Y aprobé el examen de inglés», recuerda entre risas. Un motivo de orgullo para su familia y para su club, el Tubize: «Todos los belgas sabemos que es el mejor jugador que hemos tenido», reconoce Langendries.
Kylian y Ethan Hazard en el entrenamiento del Tubize y Eden como capitán en un amistoso este verano.MARCA
Un adiós precoz
La carrera de Hazard en el Real Madrid no fue lo que prometía. Las cosas no salían y las lesiones lo complicaron todo. Eden perdió la confianza y cuando todavía le quedaba un año de contrato decidió dejar el fútbol para ser honesto con lo que sentía.
Paró porque se dio cuenta de que él mismo ya no lo disfrutaba y ya no sabía cómo dar más
Sus padres, sus hermanos, su mujer y sus hijos son los que mejor conocen cómo se sintió. Thierry, su padre y consejero lo explica mejor que nadie y recuerda cuando Eden pensó que ya no tenía más para dar y debía parar. «No mucha gente puede entender eso porque decían: si aún puede seguir jugando… Pero él paró porque se dio cuenta de que él mismo ya no lo disfrutaba y ya no sabía cómo dar más. Quería ser honesto consigo mismo y con todos. Estaba feliz de jugar al fútbol, pero es el último año en Madrid fue complicado y por eso tomó la decisión. Pensó ser honesto con el Madrid, con la afición… Por eso lo dejó», recuerda.
